AVISO

AVISO (12/03/23):
Debido a la gran cantidad de juicios por jurados llevados a cabo en una decena de provincias de Argentina, la AAJJ dejará de publicar crónicas individuales por cada juicio y comenzará a publicar resúmenes mensuales

jueves, 14 de septiembre de 2017

SUPERACIÓN: SE RECIBIÓ DE ABOGADO EN PRISIÓN Y LOGRÓ UN RESONANTE TRIUNFO PROFESIONAL

Abogado defensor, Dr. Walter Colman,
emocionado tras el veredicto
Esta tarde se conoció el veredicto del jurado en un caso de San Martín, provincia de Buenos Aires, en el que se acusaba a un vecino de "Fuerte Apache" de una tentativa de homicidio. Fue no culpable. Un triunfo descomunal del abogado Walter Colman, que estuvo preso varios años, que se recibió con mucho esfuerzo en la cárcel y que ahora ejerce la profesión. Paradojas de la vida: este juicio fue ante el mismo TOC n° 2 que lo condenó hace ya muchos años. Todo un símbolo del implacable devenir.

El hecho se produjo cuando el acusado, junto a su esposa, intentaban huir de la agresión de una banda de seis "narcos" del Fuerte, quienes instantes antes habían baleado a mansalva el frente de su hogar. En la huida, uno de los atacantes fue herido en el abdomen con un Tramontina. A raíz de este hecho, la fiscal Graciela Disnan, de muy buen desempeño, lo acusó por homicidio simple en grado de tentativa.

La defensa argumentó que la lesión fue puramente defensiva y disuasoria. La juez Mónica Carreira, que también dirigió el juicio e instruyó al jurado con gran solvencia, le brindó al jurado la posibilidad de una pena culposa por exceso en la legítima defensa. Tras alrededor de una hora y media de deliberación, el jurado arribó a un veredicto de no culpabilidad.

El preludio:

La noche del 17 de enero de 2016 el Sr. Walter Ortiz, de 34 años, repartidor de vinos, se encontraba junto a su esposa en el interior del hogar que compartían en el Barrio Ejército de los Andes de Ciudadela (partido de Tres de Febrero), popularmente conocido como "Fuerte Apache". Allí convivían en un departamento de la planta baja.

Walter vivió toda su vida en ese barrio humilde y bien heavy del conurbano bonaerense, en el que los vecinos más grandes lo conocen desde que era un niño como un hombre de bien.

Pasada la medianoche, Ortiz escuchó un ruido fuera de su casa y, al salir, se topó con la vereda completamente orinada. Al mirar a un lado, descubrió a los autores de este desagradable acto. Siempre eran los mismos. Tres albañiles bolivianos, en notorio estado de ebriedad, jugaban a las olas danzantes de orín en la vereda de su casa.

Los populares Hermanos Zlotowiazda y su célebre
espectáculo de luces y orín en Todo x 2 Pesos (circa 1999)



Cansado ya por la constante repetición de situaciones de esta índole (según luego refirió, todas las madrugadas debía levantarse más temprano de lo necesario para baldear la vereda antes de irse a trabajar), los abordó y le pegó una bofetada a uno tras una breve discusión.

Ese hecho no pasó a mayores y los albañiles rumbearon hacia otros horizontes, en busca del necesario alivio prostático ante semejante tranca. 

Sin embargo, allí estaban ELLOS. 
Los de siempre. 
Los dueños de la noche en el Fuerte. 

Una de las tantas banditas de lúmpenes y transas, que solían "parar" en la esquina de la casa de Ortiz para drogarse a toda hora y que eran conocidos en el barrio por ser violentos, cobrar peaje y vender estupefacientes, aprovechó aquel altercado para sumarse a la acción.

Gran documental sobre el aguante en el Fuerte

¿El motivo? Ortiz siempre los denunció a ellos y a sus actividades. Lo odiaban. Vieron allí la oportunidad de ponerle los puntos de una buena vez a Ortiz. 

Cruzaron directo hasta donde aquel se encontraba y lo increparon. Con temor ante la situación, Ortiz buscó refugio en su hogar.

Allí, mientras explicaba a su esposa lo ocurrido, comenzó a oír disparos. Ambos se tiraron al suelo para resguardarse, mientras una lluvia de plomo de los "narcos" impactaban contra la pared del frente e, incluso, muchas de ellas atravesaban las ventanas, rompían los vidrios y acababan en las paredes interiores de la vivienda.

Intentando escapar, Ortiz salió con su esposa por la puerta trasera y en ese momento fue visto por algunos de los agresores, quienes rápidamente los rodearon.

Ortiz actuó rápido. Con un Tramontina corrió para huir de ese Averno del Dante. Le salió al cruce uno de estos fascinerosos y Ortiz le tiró una puñalada. A raíz este suceso, uno de los agresores resultó con lesiones graves, sufriendo un corte en la pierna y un puntazo en el costillar. El matrimonio pudo huir aprovechando la confusión.

Se escondieron en la casa de un familiar, desde donde trataron de continuar con la normalidad de sus vidas. Tiempo después, la policía lo detuvo y el juicio lo encontró con prisión preventiva. La imputación: homicidio en grado de tentativa.


El hecho según la fiscalía:

La fiscalía construyó su hipótesis sobre la base de las declaraciones de los integrantes de aquella banda y del informe forense.

Según esta versión, cuando Ortiz salió por la puerta trasera lo hizo tiempo después y portando dos "facas" de fabricación casera (una de ellas, una especie de "arpón tumbero" elaborada, en este caso, con un cuchillo de cocina anexado a uno de los extremos de un caño de cortina).

En ese momento, siempre según esta hipótesis que consideraba que la agresión estaba terminada, habría tomado de rehén a uno de los agresores para usarlo a modo de escudo, apoyándole el filo de una de las facas en el cuello y la punta del arpón en el abdomen. Con este último le habría provocado una herida punzante con la intención de quitarle la vida, no lográndolo por razones ajenas a su voluntad gracias a la poca profundidad de la herida.

Esta versión fue sostenida por los integrantes de la banda (presentados como testigos de la fiscalía) entre inconsistencias, bravuconadas y relatos de consumo continuo de drogas. Las armas tumberas fueron aportadas por la policía, informando que habían sido encontradas en el frente de la vivienda.


El hecho según la defensa:

La defensa negó que esto haya sido así. Fue memorable el contraexamen de Colman a una de las "víctimas" para desacreditar al testigo. Hasta a los cronistas de la AAJJ que presenciaron el debate les dio miedo la actitud del declarante:

Defensor: Sr, ¿reconoce que se drogan?
Testigo: Sí. Nos drogamos un montón.
Defensor: ¿Dónde?
Testigo: En todos lados.
Defensor: Explíquese...
Testigo: Nos drogamos en esa esquina, nos drogamos en el estacionamiento, nos drogamos a la vuelta, en la planta alta. En todos lados...
Defensor: ¿Venden droga?
Testigo: Claro

Tras semejante desacreditación, Colman hizo declarar a Ortiz, que aportó detalles claves para resolver el caso.

De acuerdo a lo que relató Ortiz, tras la lluvia de balas el matrimonio sintió que era inminente la usurpación de la morada. Temiendo lo peor, tomó a su esposa de la mano y la condujo hacia la puerta trasera, ubicada en la cocina, para emprender la huida desde allí, intentando no ser vistos. Por las dudas, en el camino se proveyó de un cuchillo Tramontina "de mango azul" que se encontraba a mano.

Al salir fueron interceptados por algunos de ellos, quienes intentaron agredirlos. En su defensa y la de su esposa, sostuvo, blandió el cuchillo de cocina con el que hirió a uno de los atacantes. Incluso afirmó que no recuerda haberlo herido en el abdomen, sino solo en la pierna.

Lo cierto es que aprovechó esa distracción para escapar y esconderse en el domicilio de un familiar, en el que no pretendió ocultarse de la Justicia sino, simplemente, que su esposa y él estuvieran seguros, considerando la fuerte pelea mantenida con un grupo de personas peligrosas.

Se ocupó de aclarar, además, otras cuestiones:
  • Jamás blandió "faca" o "arma tumbera" alguna; no había usado ninguna de las presentadas por la fiscalía, que no le pertenecían. Tomó y usó un simple y corriente cuchillo de cocina.
  • Jamás tomó de rehén a ninguno de los agresores, sino que sólo hirió a uno de ellos con el único propósito de lograr escapar y sin intención de quitarle la vida.
  • Tiró el cuchillo de cocina hacia el techo de un kiosco cercano, dato que aportó a los investigadores desde el primer momento.
  • Las "facas" pertenecían a los agresores. 
  • Resultaba inverosímil la versión de que que él las había usado pues, tal como aclaró la policía, habían sido encontradas en el frente de la vivienda, cuando la lesión se había producido en la parte trasera.
  • Algunos de los agresores tenían vínculos con policías que permanentemente habían intentado desviar la investigación, plantando pruebas y destruyendo otras.
Algunos de los dichos del acusado fueron ratificados por una valiente vecina del lugar.


El veredicto del jurado:

Tras los alegatos finales de las partes y las instrucciones finales a cargo de la jueza Mónica Carreira, el jurado pasó a deliberar. Se les brindaron las siguientes opciones:

  • Culpable del delito de homicidio en tentativa (conforme la acusación)
  • Culpable del delito menor incluido de homicidio en tentativa con exceso en la legítima defensa.
  • No culpable (de acuerdo a la legítima defensa alegada por el defensor).

Para el jurado, no hubo duda alguna que la agresión inminente e ilegítima, que es el requisito objetivo esencial de la justificación de la legítima defensa necesaria (CP, 34 inc 6°), estaba en pleno curso y no había cesado en absoluto.

Tras alrededor de una hora y media de deliberación, alrededor de las cuatro de la tarede, se anunció que habían arribado a un veredicto:

"Nosotros, el jurado, encontramos al acusado, Walter Ortiz no culpable"


Luego, la jueza despidió al jurado con cálidas palabras y dispuso la inmediata libertad del acusado.


El Abogado Walter Colman, una historia de superación:

Es pertinente resaltar la historia del abogado defensor de este juicio, Walter Colman, quien desempeñó un muy buen papel al presentar su caso y explicar con absoluta claridad su hipótesis.

Colman logró obtener su título de abogado frente a toda adversidad, estudiando mientras se encontraba privado de la libertad a raíz de un condena por un delito que, según asegura, no cometió.

Lo cierto es que, contra todo pronóstico, en lugar de optar por el camino del resentimiento, Colman logró capitalizar positivamente sus largos años de encierro. Estudió, se recibió de abogado, desde hace más de cinco años ejerce la profesión libremente y, esta semana, representó con absoluto profesionalismo los intereses de su cliente. Ganó un juicio penal en la máxima palestra para un profesional del Derecho: un juicio ante jurados ciudadanos.

Puede leerse una interesante columna sobre esta historia en el siguiente enlace:

- Cosecha Roja (11/09/17): El abogado que se enfrenta a la defensa de su vida [Ver]