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AVISO (12/03/23):
Debido a la gran cantidad de juicios por jurados llevados a cabo en una decena de provincias de Argentina, la AAJJ dejará de publicar crónicas individuales por cada juicio y comenzará a publicar resúmenes mensuales

sábado, 2 de julio de 2022

Un jurado civil encontró al ex marino Bravo culpable por los fusilamientos en la Masacre de Trelew. Deberá pagar 27 millones de dólares


Un jurado civil de la corte federal sur de Florida, Estados Unidos, decidió hoy que el ex marino argentino Roberto Bravo fue responsable de los fusilamientos durante la Masacre de Trelew de 1972 y le impuso el pago de 27 millones de dólares de indemnización y daños punitivos a las familias de las víctimas.

El veredicto se conoció al cabo de un juicio por jurados civil en el que se analizó por primera vez la responsabilidad del ex militar en la ejecución de 16 presos políticos perpetrada el 22 de agosto de 1972 en la base Almirante Zar de la Armada.

Las familias de las víctimas creen que este veredicto será un respaldo importante para lograr su extradición.


El ex teniente Bravo, declarado culpable por el jurado civil


Bravo comenzó a ser juzgado el lunes pasado en base a una demanda civil que presentaron en los Estados Unidos familiares de cuatro víctimas: Eduardo Cappello, Rubén Bonet, Ana María Villareal de Santucho y Alberto Camps.

La presentación se basó en la Ley de Protección de Víctimas de Tortura (TVPA) que rige en Estados Unidos desde 1991 y es impulsada por abogados del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y el Center for Justice Accountability (CJA), un organismo de derechos humanos de la nación norteamericana (ver TVPA).


Durante el juicio, Bravo declaró por primera vez en 50 años y siguió al pie de la letra el libreto con que los ex marinos quisieron justificarse: que hubo un intento de fuga y que por eso dispararon.

"Vacié todo el cargador de mi PAM", confesó Bravo


Alivio y satisfacción en los
familiares tras el veredicto


El jurado no creyó el relato oficial de la dictadura de Lanusse y que repitió Bravo sobre un segundo intento de fuga de los detenidos, sino que consideró, a partir de las pruebas presentadas que fueron asesinados a sangre fría esa madrugada del 22 de agosto de 1972.

El jurado popular lo encontró responsable a Bravo de ejecuciones sumarias y torturas y no creyó su historia de una fuga inexistente. Consideraron por unanimidad que Bravo fue responsable de los crímenes cometidos contra Eduardo Cappello, Rubén Bonet, Ana María Villareal de Santucho y Alberto Camps, que fueron las cuatro familias que se presentaron en representación del resto.

Si bien este es un juicio en una corte civil, el veredicto del jurado lo coloca a Bravo por primera vez como uno de los ejecutores de la Masacre de Trelew. 



EL TESTIMONIO DE BRAVO EN EL JUICIO

Durante su exposición de alrededor de tres horas Bravo, de 80 años, dio su versión de los hechos, que estuvo marcada por las contradicciones. Insistió en que hubo un nuevo intento de fuga, que los presos no eran “boy scouts” y que una semana antes habían protagonizado una fuga desde un penal de máxima seguridad. 

Siguiendo el guión que produjo la Armada tras la matanza, Bravo dijo que uno de los prisioneros –Mariano Pujadas– le arrebató el arma a otro de los marinos, al capitán Luis Emilio Sosa. Cuando le pidieron que describiera cómo fue la situación, Bravo dijo que no lo podía poner en palabras y se puso de pie y empezó a gesticular ante la mirada incrédula de parte del público.

Para intentar salvar su pellejo, Bravo dijo que fue Sosa quien decidió abrir las puertas de las celdas esa madrugada. El abogado de las víctimas, Ajay Krishnan, le preguntó si responsabilizaba a Sosa porque estaba muerto. En el informe que hizo la Armada tras la masacre, aparecía Bravo dando la orden de sacar los candados. Era él quien ejercía de oficial de Logística y, por ende, estaba a cargo de los presos.

– ¿Usted dio la orden de disparar? –le preguntó el abogado.

– Yo abrí fuego –respondió en inglés.

Habló de una multitud que se le venía encima. “Fue un instante, fue una tragedia”, repitió sobre el fusilamiento de 16 hombres y mujeres desarmados y sobre cómo otros dos hombres y una mujer fueron heridos gravemente pero sobrevivieron. "Vacié el cargador", reconoció. Cuando le consultaron qué involucraba vaciar el cargador, dijo que una PAM tenía entre 30 y 32 balas. También declaró que conserva una “imagen terrible” de la sangre y de los cuerpos apilados.


Los prisioneros rendidos en el aeropuerto de Rawson en 1972


Bravo hizo más que vaciar el cargador de la ametralladora PAM que llevaba. Mientras estaba en el hospital, Camps declaró cómo ingresó a su celda para dispararle el tiro de gracia a él y a su compañero Mario Delfino. El patólogo forense William Andersen explicó ante el jurado que el estado de algunos de los cuerpos era compatible con disparos a quemarropa. El físico forense Roberto Guillermo Pregliasco desmontó la teoría de que los militantes hayan tirado contra los marinos.

Hay datos que son elocuentes: ningún marino tuvo un solo rasguño, 19 prisioneros fueron acribillados. Solo tres sobrevivieron y, al tiempo, fueron víctimas de la última dictadura. En el juicio escucharon el testimonio de Miguel Marileo, un carpintero que hacía ataúdes en Trelew y que fue convocado a la base después de la masacre: vio los cuerpos apilados, desnudos y atravesados por las balas. Mientras él caminaba por el lugar, Camps, María Antonia Berger y Ricardo René Haidar gemían de dolor en una camilla.


Camps, Berger y Haidar. los únicos tres que
sobrevivieron a la Masacre y dieron testimonio


El testimonio de los únicos tres sobrevivientes fue clave. En la cárcel, cuando Francisco “Paco” Urondo lo entrevistó junto con Berger y Haidar, Camps dijo: “Para nosotros relatar lo de Trelew es una obligación. Para con nuestro pueblo, por todos los compañeros que murieron allí, que aportaron con su muerte, con su lucha, a todo ese proceso”.

El relato de los tres sobrevivientes –luego asesinados o desaparecidos entre 1979 y 1982– fue la denuncia que 50 años después hizo que Bravo empezara a pagar por sus crímenes, incluso más allá de las fronteras argentinas.


Bravo, ayer y hoy


PRUEBAS CLAVES Y VEREDICTO

La participación de Bravo en los hechos nunca estuvo en duda, incluso fue mencionada en un documento secreto de la Armada en el que se instalaba la versión oficial sobre el intento de fuga y se señala que “ante la emergencia, el Teniente Bravo inició el fuego con su PAM”.

En la sentencia penal argentina de 2012 contra los otros tres marinos, se reproduce lo que contó Alberto Camps, uno de los 3 sobrevivientes, después de la Masacre. El jurado escuchó estos testimonios.

Camps relató que los hicieron salir de sus celdas, los hicieron formar y que sin razón alguna comenzaron a disparar. Camps se refugió en su celda junto a Mario Alberto Delfino, quien resultó asesinado. Contó que “apareció en su celda el oficial Bravo, portando un arma corta (pistola 45), y les ordenó ponerse de pie. Les preguntó si contestarían un interrogatorio, negándose ambos detenidos. En forma inmediata Bravo abrió fuego, en primer lugar sobre Camps, y acto seguido sobre Delfino. Ambos cayeron, Camps primero por un disparo en el abdomen y Delfino por otro disparo posterior y que determinó su total inmovilización”.

Después de que terminaran los alegatos de clausura, el jurado civil pasó a deliberar. Dos horas y media después, les avisaron a los familiares que estaban en Estados Unidos que se apuraran porque había un veredicto unánime: lo habían hallado responsable de las ejecuciones extrajudiciales de Rubén Bonet, Eduardo Cappello y de Ana Villarreal de Santucho y del intento de ejecución extrajudicial de Camps. Todas las víctimas incluidas en la demanda fueron reconocidas como tales por el jurado estadounidense.



REPERCUSIONES

“Hicimos historia”, dice Raquel Camps. Raquel es la hija de Alberto Camps, uno de los tres sobrevivientes de la matanza del 22 de agosto de 1972 en la base aeronaval Almirante Zar. La demanda contra Bravo, presentada en octubre de 2020, lleva su nombre. Es Camps contra Bravo. Y Camps ganó. “Estamos felices. Este juicio no era por el dinero. Es un paso muy importante para pedir la extradición para que lo juzguen en la Argentina”, dice la mujer que está en Estados Unidos junto con su hermano Mariano.

Bravo fue durante décadas un misterio para la justicia argentina. Después de la Masacre de Trelew, la Armada protegió a los fusiladores. A Bravo lo mandó como agregado militar a la embajada argentina en Washington. Llegó el 15 de mayo de 1973, diez días antes de la asunción de Héctor Cámpora. En 1979, la Marina le dio la baja. Para entonces, Bravo ya había forjado una relación estrecha con las fuerzas estadounidenses y se dedicó a hacer negocios con ellas. En 1987, ya era ciudadano estadounidense.

En 2005, tras la anulación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, se presentó una denuncia por la Masacre de Trelew. Hasta 2008, el juez a cargo de la causa, Hugo Sastre, no supo dónde estaba Bravo. 

Su estancia en Miami, fue revelada por el periodista de Página/12 Diego Martínez. A diferencia del resto de sus camaradas, Bravo nunca se había sentado ante la justicia. No lo hizo en el juicio que se llevó adelante en 2012 porque dos años antes un juez estadounidense rechazó extraditarlo. En 2019, el gobierno argentino insistió con el pedido para que lo envíen para enjuiciarlo. Este veredicto del jurado será un argumento clave para lograr la extradición.




“El fallo es histórico”, dice la abogada Sol Hourcade, integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) que –junto al Center for Justice and Accountability (Centro para la Justicia y la Rendición de Cuentas)-- acompañó a las familias que presentaron la demanda. “Más allá de que el veredicto contempla lo que pasó con cuatro víctimas, dice, en definitiva, que Bravo fue responsable de la masacre de Trelew. Además, el jurado no le creyó la excusa del intento de fuga y de la autodefensa”, completa.

“Es muy difícil emocionalmente contar lo que significó ver a Bravo sentado en el banquillo”, le dijo a Página 12 Eduardo Cappello, que lleva el mismo nombre de su tío asesinado en Trelew.

“Estamos muy contentos de haber bancado esta estrategia”, dice Mariano Camps, que lleva ese nombre en honor a Pujadas. “Es más justicia y nos acerca a la extradición”, se entusiasma mientras festeja con su hermana Raquel y con Eduardo Cappello.

El juez federal Edwin Torres estadounidense debe resolver el pedido para extraditar a Bravo a la Argentina. En caso de tener resultado positivo, el marino retirado debería ser juzgado por un tribunal y podría afrontar una pena de prisión perpetua. Durante todas estas décadas, Bravo se cuidó de no volver al país. En su declaración ante la corte de Florida describió a la Argentina como un país donde no podría ser feliz. Relató que volvió únicamente en 1985 de vacaciones y en los años ‘90, cuando murió su madre.

Durante su declaración, Bravo dijo que no había pensado en la noche del 22 de agosto de 1972 durante 50 años. Otros, los familiares de las víctimas, la tuvieron presente durante todas sus vidas. Para muchos, ese día marcó el principio del fin.

Leer noticias aquí:

- Página 12 (1/7/22): ""Vacié el cargador", la confesión de uno de los marinos que participó en la Masacre de Trelew" (ver)

- Página 12 (2/7/22): "Masacre de Trelew: El fusilador Roberto Bravo fue hallado culpable por la Justicia de los Estados Unidos" (ver)

- INFOBAE (2/7/22): "El ex marino Roberto Bravo fue condenado en EEUU a pagar USD 27 millones a los familiares de la Masacre de Trelew" (ver)